Somos extraños que caminamos sin sentido por
los andares de la vida, extraños que solo cruzamos miradas, esperando
que alguien desde el otro lado nos dé el infinito regalo de una sonrisa. En una sociedad que nos
deshumaniza y que hace de cualquier contacto humano el más
punible de los errores, corremos como ciervos asustados buscando una mirada que
nos llene de paz.
Somos extraños entre un mar de personas, con sus propias metas, con sus propios deseos, pero tan solitarios como nosotros, extraños en la multitud. Caminamos deseando que nuestras voces sean escuchadas, que nuestros lugares de destino estén llenos de abrazos que den vida a nuestras almas.
Somos extraños buscando el milagro que nuestra sociedad llama destino, pero que es la simplicidad del cariño expresado en los demás. Milagro que debería ser tan común como las gotas de agua en una tormenta, milagro que es milagro gracias a nuestras propias ideas relucientes.
Somos presos de nuestras propias confusiones y extraños entre nosotros mismos, confusiones que nos llevan a creer que el saludar es la mayor ofensa recibida, y convierten la sonrisa en una muestra inapropiada de cariño y el abrazo en una debilidad de nuestros seres. Somos extraños entre la multitud, deseando el milagro simple de la compañía.
Somos extraños entre un mar de personas, con sus propias metas, con sus propios deseos, pero tan solitarios como nosotros, extraños en la multitud. Caminamos deseando que nuestras voces sean escuchadas, que nuestros lugares de destino estén llenos de abrazos que den vida a nuestras almas.
Somos extraños buscando el milagro que nuestra sociedad llama destino, pero que es la simplicidad del cariño expresado en los demás. Milagro que debería ser tan común como las gotas de agua en una tormenta, milagro que es milagro gracias a nuestras propias ideas relucientes.
Somos presos de nuestras propias confusiones y extraños entre nosotros mismos, confusiones que nos llevan a creer que el saludar es la mayor ofensa recibida, y convierten la sonrisa en una muestra inapropiada de cariño y el abrazo en una debilidad de nuestros seres. Somos extraños entre la multitud, deseando el milagro simple de la compañía.
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