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jueves, 5 de abril de 2012

Libertad Escritora



Algunas veces medito inconscientemente en las razones por las cuales escribo, analizando las respuestas obtenidas de la lectura de mis escritos. Hace poco alguien cuestionaba los sentimientos albergados en las letras que escribo, y me hizo reflexionar en el real sentido de lo que escribimos en las noches oscuras.

Me sumergí en el fondo de mi mente para hallar el porque de las escrituras y me halle frente un mundo inimaginable que contiene nuestro interior, la fuerza que emana de las razones llevadas por los vientos místicos. La libertad eterna de nuestros sentimientos,  libertad coartada por los ojos ajenos de la sociedad creyentes de perfección ajena suficiente para erguirse como jueces de los demás. Aquella expresión sublime de lo real que nos conmueve, nos duele, nos apasiona, de aquello que llena los rincones oscuros de nuestras almas y que simplemente tememos que los demás vean por que no sabemos cuanto seremos juzgados.

Simplemente deseamos expresar lo interior, aquellas cosas que un día nos hicieron reír, aquellos ojos gitanos que nos robaron nuestro corazón, aquellos días lluviosos durante los cuales lloramos. A veces simplemente queremos expresar en palabras aquello que callan nuestros ojos. Simplemente deseamos que los demás nos vean con los ojos humanos que ellos también tienen. Simplemente no queremos juzgar a nadie, buscar culpables, simplemente decir lo que sentimos.

Al final, es decisión propia ejercer la libertad que albergan los corceles al correr por las llanuras infinitas de la existencia, es decisión personal e intransferible distinguir nuestros pasos del camino. Al final, serán las palabras que expresemos el reflejo exacto de nuestra alma, que nuestro caminar siga el valor inquebrantable de las notas de aquellas guitarras improvisando al paso de las bailaodoras. En consonancia con el latir del corazón, continuare escribiendo de la misma forma que el primer día, en la oscuridad de mi habitación, dejando que mis manos sean el puente perfecto entre mis manos y mi corazón, acallando la razón y silenciando mi conciencia, no permitiendo que nada coarte ni determine que escribir, siendo como hasta el momento, un poeta solitario.

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