Bajo la luz tenue de la luna y con la cubierta de las estrellas, me encuentro pensando en ti. Aunque la soledad de este inmenso mar sobrecoge, es el calor lejano de tu alma el que me mantiene tibio. Es la luz distante de tu ventana la que permite que mi esperanza este atenta. Estando reclinado sobre este bote, son los recuerdos espectrales de tus abrazos los que iluminan mi rostro con la sonrisa de tu amor. Es el vaivén de las olas las que me recuerdan lo dulce de tus caricias. Son los luceros en el cielo los que me recuerdan lo hermoso que son tus ojos.
Pero la verdad es… te extraño, y mi pensamientos cuentan como un reloj suizo los minutos para regresar a tierra. Mientras pesco el alimento de mi hogar, espero atento la salida del alba que determina mi regreso. Es tu rostro el que se refleja en el mar y se ilumina con la luz de la luna. Son mis pensamientos quienes como gaviotas jugando con el viento recuerdan cada una de las cosas que me enamoran de ti.
No pretendo obligarte a acompañarme a mi recorrido porque en mi corazón se encuentra tu retrato. Solo deseo que cuando los vientos del sur me lleven a la playa… tu estés sobre la perlada arena con tus brazos aguardándome. Es en ese instante cuando mi soledad huye de mi mente y solo tu presencia baña de sol todos los rincones de mi alma. Es en entonces cuando ser lo que soy no importa… solo la belleza de tu amor y de tu ser.




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